5/11/10

Quiero ser una servidora de Juan Domingo

- Hoy me dí cuenta que soy peronista

Teníamos los pies hinchados después de censar un día entero, me volvió a mirar a los ojos y me dijo con emoción:

- Hoy me dí cuenta que soy peronista

Me comentó en una plaza llena de gente, gente a la que comúnmente llamamos snob. En un abrir y cerrar de ojos descubrió que no eran snobs comunes, no eran de esos snobs que tienen cierto desprecio por el populacho.
No, no, no. Estos eran de los que están cargados de un componente herético, tenían ese no se que nac and pop que les otorgaba un sentido, una totalidad mas allá de una barba y una réflex.
Eran soldados, tenían convencimiento. A diferencia de los “revolucionarios de la línea D” con quienes nos relacionábamos cotidianamente estos debatían política, integración, praxis.
Había emoción movilizante y ella después de mucho tiempo se sintió cómoda, en casa.

- Quiero un novio peronista, un novio peronista de la CTA. Mamá, este verano quiero un novio peronista.

Ella no quería un dador de identidad, ya la tenía y desde ese momento había descubierto que era peronista. Solo buscaba un compañero dispuesto explorar relaciones de vanguardia.

- Yo no vine por el chori, yo no vine por el pan, vine por un proyecto nacional y popular.

Cantaba como una entusiasta. Había descubierto que había un sentido, que podían converger su intelectualidad acérrima con las manos llenas de tierra de su papá, con los cortes de ruta que había presenciado junto a su mamá. Su cotidiano análisis de género, su educación católica en un pueblo del interior del país donde en verano hace más de 40 grados de calor con chamamé de fondo.

- Esto es poder de convocatoria.

Sus ojos se llenaban de luminosidad mientras recorríamos la interminable cola de gente y esquivábamos cámaras de fotos y televisión. Poco a poco comenzó a olvidarse de sus obligaciones facultativas, de Foucault que la esperaba en la mesa de luz.

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