10/6/11

Sal y Calidoscopios...

Sal

El sábado concurrí a uno de los recitales que más me han emocionado en los últimos tiempos. Lili Herrero.

Una manera de poner en palabras la capacidad de esta mujer sería explicando la sensación que me produjo la canción con la que abrió y cerró el show. Tu nombre y el mío.

Al principio Lili estaba un poco nerviosa - ¿Cómo no estarlo? Toda la intelectualidad y el snobismo porteño estaban ahí colmando las gradas de ese teatro- pero momentos después entró en situación y en palabras de mi acompañante “me la puso”.

Para entrar un poco en contexto. Aristimuño siempre me pareció un músico agradable. Hace cosas novedosas, experimenta con los silencios, hasta la percusionista de los azules turquesa eventualmente baila TAP en el escenario, cuestión que me remonta a mi infancia en Entre Ríos donde todo iba en un tap, tiri, tap. Aún así, me seguía pareciendo un poco “leve”, no terminaba de movilizarme.

¡Ojo! No quiero con esto descalificar a Aristimuño, de lo nuevo que viene es de mis predilectos pero no podía imaginármelo más allá de una reunión snob donde se toma vino en copas y se habla tibiamente de política.

Sin embargo, Lili me la puso al interpretar esta canción. ¿Por qué? Simple. Le dio el sabor necesario para que se vivenciara un poco más que el placer por la música. No sólo le puso sal a la canción, también le puso pimienta, la colocó en una cazuelita de barro y a temperatura exacta la poso sobre mis manos heladas diciéndome “¡Comete este guiso querida!”

Lo novedoso de Lili, sobre lo novedoso de Lisandro, fue que Lili utilizó ese canal de comunicación que es la música y le otorgó un sentido. Significó Tu nombre y el mió. Lo contextualizó dándole un sentido político (el de ella). A algo completamente “naif” lo empapó de utopía, de incitación a la movilización cotidiana. De ahora en más, cada vez que escuche esa canción, me sentiré parte de algo por más que mi razón sociologizada me advierta y me siga advirtiendo.

Lili no es un flash... Es caleidoscópica.