8/9/10

Entrega 2

En un mundo naranja dos personas se encuentran...

-¿Hablamos de política?
- Prefiero las charlas de café

- ... ... ... ¿sos progre?
- Critico... No me gustan las paparruchadas
- Hoy asamblea en la rotonda...
- Tengo un asado con el grupo.

6/9/10

El Vivía en un mundo de dos bienes


Él vivía en un mundo de dos bienes. Este mundo se ubicaba del otro lado de calle Rivadavia, exactamente para el lado de calle Santa Fe, que en esos tiempos se le llamaba "el lado de los ganadores"
En su mundo las cercanías y los contextos se construían en base a las repeticiones y similitudes. El tiempo era lineal y progresivo, como se lo habían prometido de pequeño, las cosas para él siempre evolucionaban en un radio de 20 cuadras.
Le gustaba estar entre multitudes y diferenciarse. Se hacia el despreocupado por su apariencia, su capital social se lo permitía. Desde pequeño le habían otorgado la llave de esos espacios reservados para unos pocos. El lugar que ocupaba era el de las clases urbanas ilustradas, modernas, europeas, con conciencia critica y por supuesto "conciencia social". Este proceso le había sido ocultado bajo la apariencia de un conjunto de decisiones y un modesto departamento en el barrio de Palermo.
No le dio para ser trosco. Aunque hubiera querido, ciertos tipos de militancia requieren compromiso y… ¿Por qué no? Fanatismo y entrega. Ambos requerimientos desconocidos por él. Sino, ¿como se explica que gustándole el fútbol no sea hincha de ningún cuadro? Las pasiones habían sido desterradas de su forma de ver el mundo, tenía las anteojeras de una mirada racional.
Conocedor de la música y la literatura. Consumidor de ambas, creador y practicante de ninguna.
Critico de cine amateur. Cuestión de no sentirse  un mero consumidor de espectáculos en un cine noventoso. Seguía algún que otro director prestigioso pero con contenido. Le gustaba asistir a las salas y sentirse mejor que el resto. Ya que previamente se había asesorado sobre la película y este método adquirido le aseguraba estar viendo "lo que hay que ver". No había lugar para la improvisación en su cabeza.
Seleccionaba la película con criterios bien definidos. Consultaba a personas que representaban autoridad en el tema para él. Luego de un tiempo, adquirió e hizo propios los mecanismos de selección. Es así que comenzó a seleccionar  solo, bajo supuestos y formulas adquiridas y hechas carne. Bajo procesos lógicos concretos.
Entusiasta desde lejos. Independiente crónico le llamaban. El contra, se autodenominaba él. La crítica era su arma, la acción estaba ausente. Hablar para que nada cambie. De esta manera volvía a su caja de fósforos a escuchar música y cocinar. Preparar los milanesas para el día siguiente.
Rodeado de hombres hablaba de minitas. No de mujeres, solo de un conjunto de coordenadas. Las mujeres las guardaba para  la intimidad. Los temas variaban del fútbol a la política. De la matriz de guía de ejercicios y años después, la renta agraria. Todo ocurría mientras masticaba carne saborizada con morón y corroboraba su sentimiento de pertenencia a algún lugar que no le exigía en demasía algún tipo de entrega concreta. Más allá de la mera presencia y la asunción del rol.
Le gustaban las historias de vida de la clase alta, se sentía a gusto con dichos relatos. Exotizaba los consumos extravagantes de sus pares. Como  los viajes a países del sudeste asiático o las zapatillas de países nórdicos con perfecta distribución del ingreso.
En su agenda figuraban los lugares a los “que había que ir”. Las obras de teatro de la calle Corrientes que “estaban buenas” y los restaurantes que no por ser limpios servían poco de comer.
Se había equivocado de profesión. O la había escogido bien. En su discurso se reconocían deseos de vivir en la montaña, de hacer fuego con leña, de comer chocolate debajo de la frazada. Sin embargo, ocho horas diarias de sus vidas las dejaba en una oficina enfrente a la Plaza de Mayo.
Ya se había acostumbrado a la oficina el primer día de facultad. Su destino social estaba marcado como el destino de sus pares. Con quienes aun hoy compartía el espacio físico.
Soñaba con viajar, con vivir en otro lugar. Con recorrer senderos de montañas o palacetes franceses en ciudades lejanas.
Continuara…