El amor en los tiempos de Arjona
31/10/18
11/7/17
Confesiones de una Socióloga 2.0
Yo estaba muy enamorada de Durkheim, era un amor platónico, asimétrico y bastante dañino para mi. Él era todo y yo no era nada. Él era un padre fundador y yo, nada, una simple estudiante de la disciplina. Por eso empecé a relacionarme de manera irresponsable con Pierre, sólo para alejarme del profundo complejo de inferioridad que me producía Emile.
Pierre me llevaba a todos lados, me explicaba todo, proponía hacer cosas en conjunto y encima, lavaba los platos cuando terminábamos de cenar. Nunca tenía problemas en revisar sus apuntes para sumar a un trabajo mío, en mostrarme qué leer y hasta hacer interpretaciones de los campos con el futbol o con la política. Siempre estuvo ahí para instalarme el spss, para ayudarme con las traducciones del francés y para cargar juntos las encuestas terciarizadas en bases. Eso sí, nunca preguntó si seguía en contacto con Emile, si eventualmente lo veía, o si lo leía a escondidas y me emocionaba con sus escritos. Así pasaron años y al pobre Pierre lo dejé intempestivamente por Parsons, por Lumhan y por todo el colectivo de feministas deconstructivistas.
Tuve amores con Rubins, con Butler, con Di Laurentis. Con Offe y con Donzelot, pero Pierre siempre estuvo ahí. Me mandaba mails para mi cumpleaños, me felicitaba cuando cambiaba de trabajo y me decía qué leer cuando estaba aburrida. Pierre siempre está ahí cuando pierdo el rumbo y cuando estoy aburrida sociológicamente.
Hoy volví a leer a Pierre y lo voy a leer siempre, por más que le falte ese no sé qué que otros y otras me producen. No lo llamé, sé que está enojado conmigo, sabe que fui a Paris y en lugar de visitarlo pasé una mañana entera bajo la lluvia buscando la tumba de Emile y la de Simona.
Pierre me llevaba a todos lados, me explicaba todo, proponía hacer cosas en conjunto y encima, lavaba los platos cuando terminábamos de cenar. Nunca tenía problemas en revisar sus apuntes para sumar a un trabajo mío, en mostrarme qué leer y hasta hacer interpretaciones de los campos con el futbol o con la política. Siempre estuvo ahí para instalarme el spss, para ayudarme con las traducciones del francés y para cargar juntos las encuestas terciarizadas en bases. Eso sí, nunca preguntó si seguía en contacto con Emile, si eventualmente lo veía, o si lo leía a escondidas y me emocionaba con sus escritos. Así pasaron años y al pobre Pierre lo dejé intempestivamente por Parsons, por Lumhan y por todo el colectivo de feministas deconstructivistas.
Tuve amores con Rubins, con Butler, con Di Laurentis. Con Offe y con Donzelot, pero Pierre siempre estuvo ahí. Me mandaba mails para mi cumpleaños, me felicitaba cuando cambiaba de trabajo y me decía qué leer cuando estaba aburrida. Pierre siempre está ahí cuando pierdo el rumbo y cuando estoy aburrida sociológicamente.
Hoy volví a leer a Pierre y lo voy a leer siempre, por más que le falte ese no sé qué que otros y otras me producen. No lo llamé, sé que está enojado conmigo, sabe que fui a Paris y en lugar de visitarlo pasé una mañana entera bajo la lluvia buscando la tumba de Emile y la de Simona.
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12/10/16
Una putita menos 2.0
Desde que un compañero de primaria me desprendió el corpiño en medio de una clase de gimnasia y la directora de la escuela me quería convencer que era un halago que el chico no sabía expresar, comprendí que el hecho no era la supuesta atracción del pibe hacia mí, lo que había molestado era mi camiseta de futbol, roja como la sangre, con un gran 9 plasmado en la espalda y el apodo en letras blancas: Pancho Guerrero.
Años después lo vi claro como el agua, que lo que molestó no era mi corpiño, molestó que como mujer quiera jugar al futbol y que reclamara como una igual un puesto en el equipo. El chico sólo hizo lo que le habían enseñado desde chiquito – los nenes con los nenes, las nenas con las nenas. Corría el año 94, Menem hacía campaña por su segunda presidencia y nosotros teníamos 9 años.
En el 2003 Kirchner nos venía a proponer un sueño, y yo estaba haciendo el CBC en Ciudad Universitaria, ahí pude vislumbrar el fenómeno de otra manera, que ese adoctrinamiento que habían tenido años atrás conmigo se trasladaba a todas las esferas de mi vida: un novio, al negarme a ir de vacaciones con él, me encerró en una habitación, un grupo de pibes en un bar me quería cobrar peaje para ir al baño, que en los recitales estar adelante me era hostil y los profesores, hombres en su mayoría, después que hacía una intervención en clase – es válido aclarar que fue en la Facultad de Ciencias Sociales, lugar que brama por la igualdad de género- me preguntaban si había ido a un colegio universitario, cuando ponía cara de bronca y contestaba de manera irreverente (sólo para ocultar mi impotencia)
- “No, fui a un colegio parroquial en el interior del país”
Volvían los ojos para atrás y con algún comentario misógino lograban regresarme a ese lugar que el macho progre tanto disfruta, el de la minita. El trabajo tampoco fue un lugar seguro, un jefe – sí, uno nac and pop – me hacía llamar por su secretaria a su oficina, cuando llegaba en tono burlón me preguntaba si estaba depilada para poder empezar una orgía. También en tono de “chiste” me preguntaba si quería chuparle la verga. Ante mi profunda cara de orto el disciplinamiento era doble, mis congéneres ridiculizaban mi indignación y así me devolvían a ese lugar que me correspondía, una mujer no puede hablar, no puede ocupar espacio público y menos hacerlo sola.
Con el devenir de disciplinamientos, me costó pero logré pasar de la indignación y la injusticia a la acción. Dejar de considerarlo un problema individual para pasar a entenderlo como una cuestión pública y, por lo tanto, política.
La calle, la noche y los taxistas han sido los exponentes más violentos de estas situaciones. Me han apoyado en un colectivo, me han tocado el culo en subte y se han masturbado adelante mío en un tren, sin embargo y mal que me pese, los taxis siempre fueron peor. Volvía de vacaciones y un señor arriba de su auto negro y amarillo nos persiguió, a mí y a una amiga, durante cuadras gritándonos “Sidosas, son la escoria de esta ciudad. Ustedes traen la mugre. Bien que les gusta coger...”.
Estar arriba de un taxi tampoco fue la excepción, era un día horroroso de calor porteño, me subí a un taxi y una vez arriba el señor taxista, comenzó a tirarme los perros. La situación fue horrible, pero conocida para la mayoría de las mujeres.
- “pero qué hace una señorita cómo usted por acá? No le gustaría salir un día conmigo?”
El desenlace fue lo peor, mi silencio desembocó en la siguiente pregunta
- “No le gustaría ir a un telo conmigo, con este calor imagínese usted y yo entre unas sábanas y aire acondicionado. Conozco uno que queda acá a mitad de cuadra...”
En ese momento exacto pegó el volantazo y se dirigía al Albergue Transitorio. No terminó de doblar que me aferré a la mochila, abrí la puerta y me tiré del taxi en movimiento. El portazo que pegué a la puerta fue terrible y el raspón de mi rodilla también. El asco me quedó impregnado hasta hoy día.
Ir en bicicleta fue la peor. Yo pedaleando contenta y el chofher cuentapropista comenzó a tocarme bocina hasta que logró que me salga de la bicisenda y que vaya bien cerquita del cordón. En lugar de “pasarme” y seguir su camino, comenzó a andar más lento, al mismo tiempo, me hablaba groserías. En un momento me subí a la vereda para que se vaya. Atónito me gritó “si te chocaba era una putita menos”...
Años después lo vi claro como el agua, que lo que molestó no era mi corpiño, molestó que como mujer quiera jugar al futbol y que reclamara como una igual un puesto en el equipo. El chico sólo hizo lo que le habían enseñado desde chiquito – los nenes con los nenes, las nenas con las nenas. Corría el año 94, Menem hacía campaña por su segunda presidencia y nosotros teníamos 9 años.
En el 2003 Kirchner nos venía a proponer un sueño, y yo estaba haciendo el CBC en Ciudad Universitaria, ahí pude vislumbrar el fenómeno de otra manera, que ese adoctrinamiento que habían tenido años atrás conmigo se trasladaba a todas las esferas de mi vida: un novio, al negarme a ir de vacaciones con él, me encerró en una habitación, un grupo de pibes en un bar me quería cobrar peaje para ir al baño, que en los recitales estar adelante me era hostil y los profesores, hombres en su mayoría, después que hacía una intervención en clase – es válido aclarar que fue en la Facultad de Ciencias Sociales, lugar que brama por la igualdad de género- me preguntaban si había ido a un colegio universitario, cuando ponía cara de bronca y contestaba de manera irreverente (sólo para ocultar mi impotencia)
- “No, fui a un colegio parroquial en el interior del país”
Volvían los ojos para atrás y con algún comentario misógino lograban regresarme a ese lugar que el macho progre tanto disfruta, el de la minita. El trabajo tampoco fue un lugar seguro, un jefe – sí, uno nac and pop – me hacía llamar por su secretaria a su oficina, cuando llegaba en tono burlón me preguntaba si estaba depilada para poder empezar una orgía. También en tono de “chiste” me preguntaba si quería chuparle la verga. Ante mi profunda cara de orto el disciplinamiento era doble, mis congéneres ridiculizaban mi indignación y así me devolvían a ese lugar que me correspondía, una mujer no puede hablar, no puede ocupar espacio público y menos hacerlo sola.
Con el devenir de disciplinamientos, me costó pero logré pasar de la indignación y la injusticia a la acción. Dejar de considerarlo un problema individual para pasar a entenderlo como una cuestión pública y, por lo tanto, política.
La calle, la noche y los taxistas han sido los exponentes más violentos de estas situaciones. Me han apoyado en un colectivo, me han tocado el culo en subte y se han masturbado adelante mío en un tren, sin embargo y mal que me pese, los taxis siempre fueron peor. Volvía de vacaciones y un señor arriba de su auto negro y amarillo nos persiguió, a mí y a una amiga, durante cuadras gritándonos “Sidosas, son la escoria de esta ciudad. Ustedes traen la mugre. Bien que les gusta coger...”.
Estar arriba de un taxi tampoco fue la excepción, era un día horroroso de calor porteño, me subí a un taxi y una vez arriba el señor taxista, comenzó a tirarme los perros. La situación fue horrible, pero conocida para la mayoría de las mujeres.
- “pero qué hace una señorita cómo usted por acá? No le gustaría salir un día conmigo?”
El desenlace fue lo peor, mi silencio desembocó en la siguiente pregunta
- “No le gustaría ir a un telo conmigo, con este calor imagínese usted y yo entre unas sábanas y aire acondicionado. Conozco uno que queda acá a mitad de cuadra...”
En ese momento exacto pegó el volantazo y se dirigía al Albergue Transitorio. No terminó de doblar que me aferré a la mochila, abrí la puerta y me tiré del taxi en movimiento. El portazo que pegué a la puerta fue terrible y el raspón de mi rodilla también. El asco me quedó impregnado hasta hoy día.
Ir en bicicleta fue la peor. Yo pedaleando contenta y el chofher cuentapropista comenzó a tocarme bocina hasta que logró que me salga de la bicisenda y que vaya bien cerquita del cordón. En lugar de “pasarme” y seguir su camino, comenzó a andar más lento, al mismo tiempo, me hablaba groserías. En un momento me subí a la vereda para que se vaya. Atónito me gritó “si te chocaba era una putita menos”...
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30/9/16
El puto padre
Desde que te crucé en la calle no puedo parar de escuchar Fito Paez, no sé por qué, nunca te gustó. Recuerdo tus comentarios despectivos ante Fito, ante sus novias, ante sus letras. En algún punto Fito y Arjona para vos eran más o menos lo mismo: algo barato para minitas que la flashean de profundas ¿Pensarías eso de mí cuando me conociste?
Si bien mi gusto por Fito fluctúa, me es imposible no pensar en algunas canciones y no pensarte a vos. Quizás esa es la constante que me sigue ligando a tu pelo, que desde que nos dejamos de ver puedo escuchar Fito sin culpa, y pensar en todas las frases punchis que se asemejan tanto a nuestra historia. Al menos a mi historia de vos, a la que me quedó en el cuerpo, en la piel, en el cuellito.
No entiendo cómo pasó, ni porqué. Buenos aires es una metrópolis y aun así me siguen llegando comentarios de que te vieron, que hablaron con vos, que quizás te saludaron de lejos. Sin embargo, no importa quién, ni dónde, ni cómo, todxs me dicen lo mismo: cada vez que lo veo me acuerdo de vos. Como si aún fueras mi maldito espejo, esa otra mitad que anda por ahí para que otros al verte me miren a mí. No lo quiero pensar de esta forma, asumirlo me obligaría a vivir una vida incompleta, rota, desarmada.
Los años pasaron y yo sigo posponiendo el encuentro. Recuerdo más las veces que lo evité a conciencia y no me hice cargo de todo el amor que nos tuvimos. La Plaza de Mayo fue testigo de la suspensión del cruce de miradas. Caminaba con un candidato a chongo y te vi, cruzabas desde diagonal norte a la plaza. Ese maldito sweater negro con rayas grises, tan europeo, y que, como siempre, el maldito pelo te flameaba en lo alto. ¡Ese maldito pelo! ¡¡¡Tan dorado, tan alborotado, tan alto!!! Me acuerdo que poniendo ojos de animal bueno me oculté tras una columna y miré a mi candidato, hasta le hice ojitos para las lágrimas que me brotaron pareciera luminosidad. Me mordí la boca para aguantar el nudo de la garganta, para no gritar ¡el puto padre!
Esperé que el momento pasara rápido, que no me hayas visto, que ese corte de pelo medio punk que tenía produzca lo tan deseado por mí, que no me reconozcas en la multitud. Sabía que el primer rasgo que te permitiría reconocerme iba a ser mi pelo, enredado, largo, seco. Si me rapaba la nuca y renunciaba a mi cabellera no me podrías encontrar, no te podrías encontrar.
Si bien mi gusto por Fito fluctúa, me es imposible no pensar en algunas canciones y no pensarte a vos. Quizás esa es la constante que me sigue ligando a tu pelo, que desde que nos dejamos de ver puedo escuchar Fito sin culpa, y pensar en todas las frases punchis que se asemejan tanto a nuestra historia. Al menos a mi historia de vos, a la que me quedó en el cuerpo, en la piel, en el cuellito.
No entiendo cómo pasó, ni porqué. Buenos aires es una metrópolis y aun así me siguen llegando comentarios de que te vieron, que hablaron con vos, que quizás te saludaron de lejos. Sin embargo, no importa quién, ni dónde, ni cómo, todxs me dicen lo mismo: cada vez que lo veo me acuerdo de vos. Como si aún fueras mi maldito espejo, esa otra mitad que anda por ahí para que otros al verte me miren a mí. No lo quiero pensar de esta forma, asumirlo me obligaría a vivir una vida incompleta, rota, desarmada.
Los años pasaron y yo sigo posponiendo el encuentro. Recuerdo más las veces que lo evité a conciencia y no me hice cargo de todo el amor que nos tuvimos. La Plaza de Mayo fue testigo de la suspensión del cruce de miradas. Caminaba con un candidato a chongo y te vi, cruzabas desde diagonal norte a la plaza. Ese maldito sweater negro con rayas grises, tan europeo, y que, como siempre, el maldito pelo te flameaba en lo alto. ¡Ese maldito pelo! ¡¡¡Tan dorado, tan alborotado, tan alto!!! Me acuerdo que poniendo ojos de animal bueno me oculté tras una columna y miré a mi candidato, hasta le hice ojitos para las lágrimas que me brotaron pareciera luminosidad. Me mordí la boca para aguantar el nudo de la garganta, para no gritar ¡el puto padre!
Esperé que el momento pasara rápido, que no me hayas visto, que ese corte de pelo medio punk que tenía produzca lo tan deseado por mí, que no me reconozcas en la multitud. Sabía que el primer rasgo que te permitiría reconocerme iba a ser mi pelo, enredado, largo, seco. Si me rapaba la nuca y renunciaba a mi cabellera no me podrías encontrar, no te podrías encontrar.
27/5/15
Instrucciones para tomar mate
Tomar mate es una práctica que se puede realizar sin tener en cuenta el momento del día. Un mate puede ser bueno a la mañana o a la tarde, en compañía ó solitariamente. Independientemente de las condiciones nunca esta de mas saber preparar mate.
En primer lugar coloque agua en la pava y llévela a una hornalla previamente encendida a temperatura moderada.Esto le permitirá controlar que el agua llegue a la temperatura ideal. Se aconseja, de ser posible, que el agua este filtrada o sea agua mineral o de mesa, ya que, el agua del grifo puede tener grandes cantidades de cloro que pueden afectar el sabor de la espirituosa bebida.
Mientras tanto, coloque en el mate la yerba. La cantidad recomendada es de ¾ de la capacidad total del mate. Si usted sufre de acides se recomienda colar la yerba previamente para eliminar así el polvillo causante de la misma. Queda a gusto de cada persona colocar, conjuntamente con la yerba, algún que otro tipo de “yuyo” para generar un sabor distinto. Generalmente se le agrega “burrito” o “cascaritas de citrus secas”.
A continuación, tome la parte inferior del mate con la palma de la mano. Coloque la otra mano en la boca del mate con la palma hacia el orificio del mismo. Sacuda con fuerza. Con pequeños golpecitos en la parte inferior lleve la yerba hacia un lado del mate.
La temperatura “ideal” del mate oscila entre los 70 grados y los 80 grados. Si la temperatura esta por debajo el mate resulta muy amargo, por el contrario, si el agua llega a hervir el mate pierde sabor rápidamente, es decir que se “lava”.
Cuando la temperatura del agua sea casi ideal, proceda a humedecer la yerba sobre el lado del mate que contiene menor cantidad. Se vuelve a colocar la pava en el fuego para que alcance la temperatura deseada mientras que la yerba se “hincha”.
Una vez que el agua comience a esbozar burbujitas, se aconseja colocar el agua en un termo para que no pierda la temperatura, aunque también es posible tomar mate directamente desde la pava.
Se coloca la bombilla en la yerba humedecida con un suave movimiento hacia dentro. Posteriormente se ceba el mate.
La manera correcta de cebar mate es dejar correr el agua sobre la bombilla hasta que esta se vislumbre en la superficie de la yerba cercana. De mantener este criterio el mate no se lavará rápidamente logrando así una mayor duración del sabor de la yerba.
El tiempo entre cebada y cebada se recomienda que no sea mayor a 3 minutos. Es así que la yerba no se enfriara y el mate seguirá siendo sabroso durante más tiempo.
Un buen acompañamiento para un mate son los bizcochitos de grasa. Aunque también son habitualmente acompañados por facturas, galletitas dulces o saladas, tostadas, pan con manteca, etc. Hay personas que prefieren acompañarlo con banana: una de mate y otra de banana. Sobre gustos, no hay nada escrito.
El mate puede sufrir variaciones que dependen de cada matero. Desde la yerba, agregar azúcar u otros endulzantes, jugos fríos en lugar de agua, etc.
Un buen mate, a mi gusto, es un mate amargo con el agua a 80 grados.
Ahora sí ¡A tomar mate!!!
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23/1/15
Revolución y Homosexualidad - Chau Lemebel!!!
No soy Pasolini pidiendo explicaciones
Manifiesto (Hablo por mi diferencia)
No soy Ginsberg expulsado de Cuba
No soy un marica disfrazado de poeta
No necesito disfraz
Aquí está mi cara
Hablo por mi diferencia
Defiendo lo que soy
Y no soy tan raro
Me apesta la injusticia
Y sospecho de esta cueca democrática
Pero no me hable del proletariado
Porque ser pobre y maricón es peor
Hay que ser ácido para soportarlo
Es darle un rodeo a los machitos de la esquina
Es un padre que te odia
Porque al hijo se le dobla la patita
Es tener una madre de manos tajeadas por el cloro
Envejecidas de limpieza
Acunándote de enfermo
Por malas costumbres
Por mala suerte
Como la dictadura
Peor que la dictadura
Porque la dictadura pasa
Y viene la democracia
Y detrasito el socialismo
¿Y entonces?
¿Qué harán con nosotros compañero?
¿Nos amarrarán de las trenzas en fardos con destino a un sidario cubano?
Nos meterán en algún tren de ninguna parte
Como en el barco del general Ibáñez
Donde aprendimos a nadar
Pero ninguno llegó a la costa
Por eso Valparaíso apagó sus luces rojas
Por eso las casas de caramba
Le brindaron una lágrima negra
A los colizas comidos por las jaibas
Ese año que la Comisión de Derechos Humanos
no recuerda
Por eso compañero le pregunto
¿Existe aún el tren siberiano
de la propaganda reaccionaria?
Ese tren que pasa por sus pupilas
Cuando mi voz se pone demasiado dulce
¿Y usted?
¿Qué hará con ese recuerdo de niños
Pajeándonos y otras cosas
En las vacaciones de Cartagena?
¿El futuro será en blanco y negro?
¿El tiempo en noche y día laboral
sin ambigüedades?
¿No habrá un maricón en alguna esquina
desequilibrando el futuro de su hombre nuevo?
¿Van a dejarnos bordar de pájaros
las banderas de la patria libre?
El fusil se lo dejo a usted
Que tiene la sangre fría
Y no es miedo
El miedo se me fue pasando
De atajar cuchillos
En los sótanos sexuales donde anduve
Y no se sienta agredido
Si le hablo de estas cosas
Y le miro el bulto
No soy hipócrita
¿Acaso las tetas de una mujer
no lo hacen bajar la vista?
¿No cree usted
que solos en la sierra
algo se nos iba a ocurrir?
Aunque después me odie
Por corromper su moral revolucionaria
¿Tiene miedo que se homosexualice la vida?
Y no hablo de meterlo y sacarlo
Y sacarlo y meterlo solamente
Hablo de ternura compañero
Usted no sabe
Cómo cuesta encontrar el amor
En estas condiciones
Usted no sabe
Qué es cargar con esta lepra
La gente guarda las distancias
La gente comprende y dice:
Es marica pero escribe bien
Es marica pero es buen amigo
Súper-buena-onda
Yo no soy buena onda
Yo acepto al mundo
Sin pedirle esa buena onda
Pero igual se ríen
Tengo cicatrices de risas en la espalda
Usted cree que pienso con el poto
Y que al primer parrillazo de la CNI
Lo iba a soltar todo
No sabe que la hombría
Nunca la aprendí en los cuarteles
Mi hombría me la enseñó la noche
Detrás de un poste
Esa hombría de la que usted se jacta
Se la metieron en el regimiento
Un milico asesino
De esos que aún están en el poder
Mi hombría no la recibí del partido
Porque me rechazaron con risitas
Muchas veces
Mi hombría la aprendí participando
En la dura de esos años
Y se rieron de mi voz amariconada
Gritando: Y va a caer, y va a caer
Y aunque usted grita como hombre
No ha conseguido que se vaya
Mi hombría fue la mordaza
No fue ir al estadio
Y agarrarme a combos por el Colo Colo
El fútbol es otra homosexualidad tapada
Como el box, la política y el vino
Mi hombría fue morderme las burlas
Comer rabia para no matar a todo el mundo
Mi hombría es aceptarme diferente
Ser cobarde es mucho más duro
Yo no pongo la otra mejilla
Pongo el culo compañero
Y ésa es mi venganza
Mi hombría espera paciente
Que los machos se hagan viejos
Porque a esta altura del partido
La izquierda tranza su culo lacio
En el parlamento
Mi hombría fue difícil
Por eso a este tren no me subo
Sin saber dónde va
Yo no voy a cambiar por el marxismo
Que me rechazó tantas veces
No necesito cambiar
Soy más subversivo que usted
No voy a cambiar solamente
Porque los pobres y los ricos
A otro perro con ese hueso
Tampoco porque el capitalismo es injusto
En Nueva York los maricas se besan en la calle
Pero esa parte se la dejo a usted
Que tanto le interesa
Que la revolución no se pudra del todo
A usted le doy este mensaje
Y no es por mí
Yo estoy viejo
Y su utopía es para las generaciones futuras
Hay tantos niños que van a nacer
Con una alíta rota
Y yo quiero que vuelen compañero
Que su revolución
Les dé un pedazo de cielo rojo
Para que puedan volar.
3/6/14
IRREVERENTE
Resulta inevitable mirar Deshora y no pensarla como la secuela de La Cienaga. Claramente hablamos de una segunda parte, después de 12 años, con cambio de modelo. Ya no aparece el 2001 como sonido ambiente, al contrario,reactivación inacabada. En cada detalle de la decadencia de la clase acomodada salteña pareciera mostrar, lo más íntimo, lo más profundo, lo más real de nuestro país.
A diferencia de la obra de Martel, Deshoras muestra al hombre produciendo. Ojo, a no obnubilarnos, la producción se muestra sin modernización alguna. ¿Similitudes? Las relaciones del Conchabo siguen operando. Sin marco legal de referencia, pareciera que sólo por la costumbre las relaciones semiserviles están ahí, como un siempre así, sin posibilidades, de cambio, de alternancia.
Locación: El campo. Una casona vieja y húmeda donde los muebles aristocráticos muestran que no importa cuánto mida el desarrollo, en la soledad latinoamericana no alcanza para la modernidad. Sillones viejos, habitaciones oscuras, la podredumbre a la vista. El agua, esa fuente de vida y belleza, fuente de cambio y prosperidad aparece artificial y estancada. Como si ocultara algo, un quiebre, una fisura que no se quiere dejar ver.
Parentesco. Lo otro, que es nuestra sangre, aparece para esconderse. Un primo lejano que deambula desinteresado por el flaco poder que se intenta ostentar. A diferencia de los primos de Jauretche en el medio pelo (que aparecen con la pobre Taly (Mercedes Morán) que intenta todo para pertenecer, éste es un primo latinoamericano. La aristocracia, venida a menos, se siente amenazada por este macho que se pavonea y provoca. Más joven, más viril, más abierto a lo desconocido.No teme, goza, vive. Este Otro es IRREVERENTE. La Matrona no goza. Busca reproducirse y no lo logra. Está inacabada, no se puede realizar.
La sensación incomoda que produce el Otro con sólo su andar. Resulta fascinación y, al mismo tiempo, rechazo. Inmediatamente, en el seno de una sociedad oligarca, cristiana y occidental, post 2001, argentina está latinoamericanizada y se asusta. Cualquier indicio de cambio, representado en los deseos sexuales de los protagonistas, debe ser cazado y eliminado. Producir: sí, Mutar: No, Reproducirse: imposible.
Hay un lugar para la esperanza. Sin final posible, filmable, enunciable, no deja todo dicho, lo diverso tiene que correr y esconderse. Cae en la emboscada, sin embargo, no todo se puede suprimir.
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